Post escrito por Lluís Balló, profesor de BES La Salle
La revolución que ha supuesto la gestión profesional de proyectos la podemos comparar con la que supuso en su día la construcción de iglesias de planta central en el Renacimiento, con una carga simbólica que va mucho más allá de la arquitectura y que responde a una nueva manera de entender el mundo.
El modelo de iglesia tradicional, hasta entonces, era el de planta basilical, con el altar al final, en un lugar prominente, y los fieles a lo largo de la nave, escenificando la relación de dependencia entre el Hombre y la Divinidad. Por el contrario, en las iglesias de planta central, con el altar en el centro y los fieles alrededor, todo el protagonismo se cede al Hombre.
De la misma manera, el/la Project Management supone un nuevo enfoque, que supera el tradicional modelo de jefes y subordinados para organizarse en equipos implicados en la consecución de unos objetivos comunes.
El/La Project Manager debe entenderse como el máximo responsable, pero también como un facilitador que trabaja para el equipo. Como líder del proyecto, inspira más que ordena. No es un/a inspector/a que vigila a los miembros del equipo, que son los verdaderos expertos del trabajo asignado.
En un entorno de proyectos, por tanto, la relación jerárquica da paso al trabajo en equipo: el/la Jefe/a ha muerto, ¡viva el Equipo!
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